domingo, 28 de agosto de 2011

Encontrando la fórmula de la velocidad de mis pensamientos



Las manecillas del reloj recorren la circunferencia mientras transcurre el tiempo. El tiempo, qué es el tiempo. Si pudiera darle un significado diría que es el estado donde en nuestra dimensión ocurren todo tipo de sucesos mientras vivimos. Hoy creo que es algo meramente relativo, cómo desearía que avanzara lo más rápido posible sin analizar cada uno de los hechos que puedan llegar a transcurrir a partir de ahora y detenerme justo en el instante oportuno, en el necesario, en donde cada ser humano siente que pertenece a ese lugar, a ese momento.



Mientras todos te dicen "deja que el tiempo pase", yo ya me estoy autoconvenciendo de esa frase, volviéndome un ser inerte en este mundo, sólo dejándome influenciar por los rayos del sol de la mañana para levantarme y dejar que la ausencia de éstos me tiendan en mi cama sin pensar en el hoy ni en el mañana, dejándome llevar, sin que nada me importe. Y es que al final ahora que lo pienso tampoco me importa vivir así, quizás cuando ocurra más tiempo (que irónico suena) vuelva a mi estado original, a mi centro, a preocuparme por cosas realmente importantes, y no sólo ser una chica que toma los cuadernos con el fin de hacer pasar rápidos los días, sin el interés de hacer otra cosas para matar las horas.



Si leyera lo que diré ahora en otro blog o en otra persona diría que es la persona más suicida que existe, pero hoy lo único que deseaba era que cayera un rayo sobre mi casa y me dispara directo a mí, a nada más que a mí, también pensar en cruzar mil calles y lanzarme sobre cada uno de los autos que circulan por esas vías, o tomar el taladro de mi papá y usarlo en un ángulo de 90º sobre mí. Y todas estas acciones con un sólo argumento... Mi cabeza mantiene pensamientos a la velocidad de la luz, mientras mi vida transcurre de una forma desesperadamente lenta...

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